Fue un típico acto peronista. Un día soleado, con micros que estacionaron a la vera de la autopista Buenos Aires - La Plata, el olor de los choripanes y el fervor popular por el regreso de “la jefa”. 

Pero...

Daniel Scioli quedó varado en un cuello de botella que se generó en la puerta por donde supuestamente ingresaba la prensa y los funcionarios; pero que quedó amurallado por militantes. Entre el montón de gente, un intendente le preguntaba: “¿Y la novia, Scioli?”

A Verónica Magario el cuello de botella se le hizo más difícil y tuvieron que sacarla escoltada para hacerla pasar por otra puerta.

Gabriel Mariotto entró a las piñas y empujones, y cuando el vallado que le habían colocado a la prensa cedió, los organizadores empezaron a forzar y patear a los periodistas y fotógrafos que estaban en el lugar.

Así las cosas, en lo que parecía ser un glorioso momento peronista en el cual finalmente Cristina se iba a lanzar, terminó siendo solo un acto más. Frente al estadio, como una fuerte metáfora del momento político que atraviesa el peronismo, el tren Roca pavoneaba su andar desde las vias electrificadas por el ministerio de Florencio Ranzazzo años atrás. [ET]