Ubicada en el centro del partido de Navarro, con casonas antiguas rodeadas por ambientes agrestes que forman postales perfectas para descansar y tomar fotos, Las Marianas es un destino libre de estrés.
Jardines de flores en cada rincón. El aroma a gastronomía criolla se esparce desde los almacenes de ramos generales. Los paseos en bicicleta y las caminatas relajan las mentes para una desconexión total con la rutina.
Los orígenes del pago se remontan a 1908 con el auge del ferrocarril y el desarrollo de la actividad agropecuaria. Tras el cierre del paso del tren, en 1993, comenzó a perder población.
A mediados del siglo XXI, un grupo de jóvenes armó una cooperativa, recuperó la fábrica de quesos, generó fuentes de trabajo y una importante producción láctea. Empezaba otra historia para Las Marianas.
En una de sus visitas al lugar donde se crió, Andrés Camacci, ex delegado y vecino marianense, se encontró con dos viajeros que andaban de pueblo en pueblo: “es una picardía el estado de abandono del restaurante y la estación”, le comentaron. A partir de allí, Andrés habló con su madre y le propuso reabrir el sitio que durante el siglo pasado fuera el hotel Colón y que luego sus abuelos transformaron en alojamiento y salón comedor.
“La persona que cocina es mi mamá Irma Angrigiani, con su sabiduría de 85 años. La comida es fresca y se prepara en el día. Somos especialistas en tallarines y ravioles. Abrimos sábados y domingos al mediodía con reserva previa”, detalló Camacci sobre Doña Irma -IG: @saloncomedor_irma- .
El entusiasmo lo llevó a sumar voluntades y con la ayuda de los chicos del barrio limpiaron y pintaron la estación ferroviaria. “Es la identidad de nuestra comunidad”, aseguró orgulloso.
“Ahora tenemos más bares, como el Nuevo Recreo y La Medialuna, y el 26 de noviembre celebramos la Fiesta de la Torta Negra”, anticipó.
Mamá Antula, cuyo nombre original era Antonia de Paz y Figueroa, fue una laica consagrada nacida en 1730 en Villa Silípica, hoy provincia de Santiago del Estero. Con su canonización se convirtió en la primera santa argentina gracias a su vida de virtud y al milagro que se le atribuyó. Su ejemplo de caridad y apostolado inspiró a muchos fieles católicos. “Esta mujer vale oro”, repitió en reiteradas oportunidades el Papa Francisco.
Su reciente beatificación convirtió a Navarro en un imán para peregrinos y devotos. Descubrir la belleza de este destino turístico bonaerense sumergidos en la espiritualidad y la historia es una experiencia intransferible.
Una escultura de madera homenajea a la beata a quien se le atribuye la curación de una monja afectada por una inflamación de vesícula biliar y de un hombre santafesino que había sufrido un accidente cerebrovascular.
“Aquí pueden recorrer, de manera autoguiada, los caminos de la fe de Mamá Antula localizados en el camping municipal”, explicó la directora de Turismo local, Estefanía Ponde de León.
Las visitas ofrecen una inmersión en la fe y en la amistad. Con el cálido recibimiento de la población, las y los turistas construyen lazos desde la espiritualidad y la hospitalidad.
Las Marianas y Navarro, en la provincia de Buenos Aires, brindan vivencias y tranquilidad, horizontes llenos de colores, manjares caseros y vínculos que invitan a volver a esta comunidad que enamora.