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  Especiales   04.09.2022 - 12:00   
RELACIONES ABIERTAS
Monogamia en crisis: cómo se viven en Argentina las relaciones poliamorosas
Las personas que mantienen vínculos no monogámicos coinciden en que es fundamental ir siempre con la verdad. La buena comunicación es imprescindible.
Monogamia en crisis: cómo se viven en Argentina las relaciones poliamorosas
Por: Luciana Mateo @LucianaMateo

Personas que se enamoran de más de una en simultáneo, parejas monogámicas que se abren a experimentar nuevos vínculos sexo-afectivos, triejas (relación romántica entre tres)… Los años pasan, el mundo cambia y con él también los patrones culturales dominantes.

Relaciones abiertas, amor libre y poliamor, distintas denominaciones –y no las únicas- para nombrar a las ¿nuevas? formas de vincularse que cuestionan la monogamia, esa estructura que hace siglos sostiene a la unión conyugal en Occidente.

“Para mí esto es una postura política”, define Jessica Soledad Castaño (41), que vive en la zona sur del conurbano bonaerense.

Jessica –Jess- se vincula amorosamente con más de una persona pero actualmente no convive con nadie.

“Para mí el poliamor tiene una fundamentación muy atravesada por los feminismos, tiene que ver con cómo pienso las relaciones y cómo entiendo la libertad de todas las personas con las que me vinculo, incluso de amigues y familia”, explica a El Teclado.

A los 30 y pico, Jess ya había pasado por convivencias y matrimonios. “Había probado la monogamia y había comprobado que no me funcionaba ni a mí ni a la gente que se relacionaba conmigo”, dice.

Una pareja le planteó qué podría suceder si ya no se prometían exclusividad afectiva. Buscó en la web y se encontró con que había muchas personas haciéndose las mismas preguntas.

A lo que sintió en ese momento lo describe como “un vértigo”.




“Hoy mis vínculos son de distinta intensidad, hay personas con las que tengo más cotidianeidad que con otras, con las que, tal vez por una cuestión geográfica, me veo menos. Pero cada vez que inicio una nueva relación pongo esto en palabras: hay otros vínculos”, asegura.

¿Cómo se lidia con los celos, ese sentimiento tan terrenal como incómodo y antipático?

Jess comenta que “los celos pueden existir y los podemos transitar. El tema es cuánto nos arrastran a reaccionar. La clave es que esos celos no condicionen el actuar de la otra persona”.

En ese sentido, propone que “si aparecen los celos, está bueno expresarlo, ponerlo en palabras y que la otra persona sepa lo que nos pasa”.

LA COMUNICACIÓN ES FUNDAMENTAL

Y es que para mantener vínculos poliamorosos es imprescindible una buena comunicación: la verdad, la honestidad y la libre elección son fundamentales.

“El poliamor tiene una fundamentación muy atravesada por los feminismos, tiene que ver con cómo pienso las relaciones y cómo entiendo la libertad de todas las personas con las que me vinculo, incluso de amigues y familia”. (Jess Castaño)


Jess relata en ese sentido que “las formas de llevar adelante una relación no monogámica son casi tantas como personas somos en el mundo, pero sí es necesario asegurarse que todas las personas implicadas estén al tanto de lo que sucede, de que haya una buena comunicación”.

“El amor libre se basa en la honestidad, el consenso, el consentimiento, en no presuponer que las personas son de nuestra propiedad”, explica desde Córdoba Deb Barreiro (31).

Deb se percibe como agénero, es coach de relaciones y activista de vínculos libres y diversos.

Hoy es parte de la organización “Amor Libre Argentina”, que busca visibilizar, difundir e informar sobre el amor libre y brindar herramientas a quienes tengan interés en la temática.



“En las relaciones de amor –en las relaciones en general- es muy importante trabajar sobre la comunicación para construir vínculos éticos. Hay toda una filosofía del cuidado de la otra persona. Bajo la ética relacional del amor libre, uno de los elementos fundamentales es la comunicación asertiva.”, afirma Deb a El Teclado.

Y agrega: “que quede claro que no estamos en contra de la monogamia; estamos en contra de la mononorma que plantea que la monogamia es la única manera posible de vincularse sexo-afectivamente y que niega cualquier otra opción posible por fuera de esa estructura relacional”.

Durante su adolescencia, Deb mantuvo algunas relaciones monogámicas y a los 17 comenzó una relación abierta. “Luego fui y vine varias veces de la monogamia hasta que en 2010 comencé a practicar el poliamor. Fui mutando y abriéndome”, cuenta.

“El amor libre se basa en la honestidad, el consenso, el consentimiento, en no presuponer que las personas son de nuestra propiedad”. (Deb Barreiro)


Actualmente no convive con nadie. “Hoy tengo a más de una persona en mi vida, a algunas las veo con más frecuencia que a otras, lo que no significa que sean vínculos más o menos importantes”, señala, y remarca: “Yo no uso la palabra pareja. A las personas con las que comparto mi vida las llamo ‘compas’ porque nos acompañamos de distinta manera en la vida”.

“HAY QUE ACEPTARLO”

La monogamia plantea una relación sexo-afectiva entre dos personas de manera exclusiva. Pese a que continúa siendo la forma de unión más habitual en Occidente, ha comenzado a ser cuestionada en las últimas décadas.

Hugo Moviglia, urólogo y sexólogo clínico de La Plata, observa que “hoy en día hay una marcada caída de la monogamia, que en tiempos anteriores era el fin último de las parejas. Hoy las comunidades poliamorosas son cada vez más abundantes y forman parte de la vida vincular actual”.

“No hay que cometer el error de tratar de entenderlo, sino de aceptarlo”, sostiene Moviglia a El Teclado.


Y analiza que “la lucha es contra los patrones culturales fijos. La cultura judeo-cristiana nos asegura que el amor es para siempre, que el casamiento es ‘hasta que la muerte nos separe’, que hay que tener un vínculo estable, hijos, una casa”.

“Eso viene de la antigüedad y todo lo que no estuviera relacionado con un encuentro marital de dos personas heterosexuales tenía mala prensa. Por eso costó tanto la Ley de Divorcio y el Matrimonio Igualitario, y por eso cuesta tanto entender la diversidad sexual”, añade el sexólogo.

Y concluye que “en el fondo se trata de ser feliz y de pasarla bien porque para eso estamos en este mundo, siempre y cuando no molestemos a nadie”.

MITOS

Pero obviamente no todo es color de rosa. Alrededor de estas nuevas formas de vincularse surge además toda una mitología, que –según manifiestan quienes practican el poliamor- es necesario derribar.

“Mucha gente se imagina que somos los evolucionados, el futuro, pero nosotros no somos más felices que mis viejos, que tienen una pareja tradicional, de toda la vida. Yo no soy más feliz porque salgo con dos minas y un chabón”, dice Juan Pablo D’Orto (38), que convive con Cecilia, Florencia y Sebastián.

“Romantizar las no monogamias puede ser un problema, imaginar que abrir la pareja va a ser una salvación, también”, plantea ante la consulta de El Teclado, y amplía que “si vos tenés pocas aptitudes para comunicar en tu pareja y abrís la relación, vas a tener más parejas con las que no te sabés comunicar”.

Pablo y Cecilia están juntos desde hace 17 años. Comenzaron teniendo un vínculo tradicional, monógamo, pero después de 5 años empezaron a hablar sobre la posibilidad de conocer a otras personas. “Al principio tuvimos algunas idas y vueltas, como todas las relaciones que se abren”, cuenta Pablo.

“Romantizar las no monogamias puede ser un problema, imaginar que abrir la pareja va a ser una salvación, también”. (Pablo D'Orto)

Hace 10 años, al dúo inicial se sumó Sebastián y hace 6, Florencia. En este cuarteto que vive en Ranelagh (partido de Berazategui) no hay una pareja principal, todos y todas se vinculan entre sí. Incluso crían en conjunto a un niño, hijo biológico de Florencia, y tienen ganas de tener más hijos o hijas.

Hace algunos años, Pablo y Cecilia inauguraron un espacio al que llamaron "Relaciones Abiertas". Allí coordinan cursos y encuentros de formación para las personas que están incursionando en las relaciones no monogámicas.

“Nosotros consideramos que no hay una sola forma de vincularse. Hay gente a la que esto le queda incómodo y hay gente a la que la monogamia le queda incómoda”, asegura Pablo.

Y cierra: “lo peor que se puede hacer es forzar alguno de los dos modelos”. [El Teclado].




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