¿El Covid-19 cambió la manera de relacionarnos con nuestras amigas y amigos? ¿Se modificaron los vínculos personales debido a los confinamientos estrictos y a los encuentros relegados únicamente a la esfera virtual?
Juan Pablo Scarpinelli, licenciado y profesor en Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y especialista en vínculos, analiza que “en medio de la pandemia hay una revolución, que es la tecnológica, la mediatización digital de casi toda la vida. Es decir que justo en un momento crítico se genera un cambio que es revolucionario”.
“La virtualización de los vínculos ha generado un cambio en las relaciones -dice a El Teclado- como por ejemplo, en el plano del amor, conocer a otra persona a través de aplicaciones o el reencuentro con amigos de la infancia que están lejos”.
En lo que refiere específicamente a la crisis del Covid, Scarpinelli asegura que, en cuanto se relajaron los aislamientos y los controles, “salimos a buscar a aquellos amigos que realmente queríamos. La pandemia sí dejó en evidencia qué personas queremos que estén con nosotros por fuera de la familia”.
“En medio de la pandemia hay una revolución, que es la tecnológica, la mediatización digital de casi toda la vida. Es decir que justo en un momento crítico se genera un cambio que es revolucionario”. Juan Pablo Scarpinelli
Para Matías Bucosky Yolde, licenciado en Psicología y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), durante los meses de mayores restricciones “se evidenció un aumento de las sensaciones de soledad social por no poder ir a la casa del otro, a estar cerca del otro”.
Bucosky Yolde realizó un estudio a través de encuestas sobre los comportamientos en grupos de amigos durante la cuarentena y, entre otras cuestiones, concluyó en que, si algo sumó valor en los meses más duros del coronavirus, ésas fueron las amistades.
“También una investigación australiana –cuenta el psicólogo ante la consulta de El Teclado- dio cuenta de que la insatisfacción manifestada durante la pandemia se sintió diferente entre quienes ya tenían previamente relaciones de amistad de forma virtual y aquellas que no tenían ese tipo de contacto”.
“Es decir que las personas que tenían sólo la costumbre del cara a cara se vieron más afectadas que aquellas que tenían como un entrenamiento previo en esta interacción virtual”, reafirma.
La pandemia de Covid-19 –cuyo fin aún no fue decretado por las autoridades sanitarias mundiales- impuso formas de relacionarnos, algunas nuevas, otras no tanto, pero todas mediadas por la tecnología y los dispositivos digitales.
A la costumbre de comunicarnos por WhatsApp que ya lleva varios años, durante casi todo 2020 y parte de 2021 le sumamos el trabajar de manera ‘remota’, festejar los cumpleaños por Zoom y recibir los contenidos escolares a través de plataformas virtuales.
Mariano Aratta, licenciado en Ciencias de la Comunicación de la UBA y especialista en Comunicación Digital, considera que, durante los momentos de mayor confinamiento, “muchas personas reflotaron vínculos del pasado. Tal vez rodeadas de una sensación de catástrofe y de muerte, trataron de refugiarse en amigos de la adolescencia, la Universidad o trabajos anteriores, épocas en las que fueron más felices”.
En ese sentido –dice a El Teclado- “las redes sociales y las plataformas como Zoom y Meet generaron una posibilidad de encuentro”.
El periodista está convencido de que “el virtual también es un espacio de vinculación y puede posibilitar encuentros”.
“Muchas personas reflotaron vínculos del pasado. Tal vez rodeadas de una sensación de catástrofe y de muerte, trataron de refugiarse en amigos de la adolescencia, la Universidad o trabajos anteriores, épocas en las que fueron más felices”. Mariano Aratta
“La virtualidad es un escenario más y en la pandemia quedó demostrado. Lo importante es no tomar esa instancia digital como la única, como ocurrió durante la cuarentena, en la que no quedaba otra opción”, destaca.
Aratta desconfía además de la distinción entre ‘la vida real’ y ‘la vida de las redes’. “Hay muchos autores, entre ellos Zygmunt Bauman, que definen online y offline como una contradicción. Para ellos lo virtual no es real y se trata de mundos paralelos y diferentes”, sostiene y agrega que “para mí, al contrario, el mundo físico y el virtual son convergentes y complementarios”.
“Los millennials somos la primera generación que creció en la era digital y tenemos una forma distinta de conectarnos y comunicarnos y, por consiguiente, tenemos una forma muy distinta de construir vínculos”, señala.
Los amigos de la escuela, del barrio, de la facultad, de los diferentes trabajos, de las actividades de aprendizaje y de ocio, del colegio de los hijos… qué importantes son los amigos y amigas durante todas las etapas de la vida.
Pero en una cultura que nos propone como metas centrales tener pareja e hijos, la amistad aparece por momentos como una relación secundaria y volátil.
“Los amigos tienen igual o más peso que los vínculos con los padres, los hermanos o las parejas, pero parecería que se trata de un vínculo accesorio y transitorio”, reflexiona Juan Pablo Scarpinelli, además autor de los libros “Vínculos Seguros” y “Liberar por la palabra”.
El psicólogo y escritor refiere a la amistad “no desde esa idea romántica de esa persona que te dice a todo que sí y que siempre está, como un soldado; ésa es una visión muy utilitaria”, sostiene.
“Los amigos tienen igual o más peso que los vínculos con los padres, los hermanos o las parejas, pero parecería que se trata de un vínculo accesorio y transitorio”. Juan Pablo Scarpinelli
Y considera, en cambio, que “la amistad tiene en esencia que es el vínculo de mayor libertad posible en la elección porque no hay ninguna variable que distorsione. En el caso del enamoramiento, está estudiado que es algo engañoso. Freud lo llamaba ‘psicosis transitoria’. Creo que la amistad es más pura: no se juga el erotismo, cada uno viene como es y eso nos permite aprender de la aceptación de las diferencias”.
“Sin amigos no hay salud mental”, remarca Scarpinelli, y asegura que “donde hay amistades, la posibilidad de depresión y suicidio es menor”.
El especialista es bastante crítico de algunos discursos propios del capitalismo y la posmodernidad, como el de la autoayuda y la superación personal del individuo en soledad.
“No me gusta esa cuestión meritocrática de que ‘tenemos que estar bien, fortalecernos, sentirnos bien’. Creo más bien que tenemos que estar bien con las personas, eso nos va a cuidar inclusive de nuestra propias debilidades, de nuestras oscuridades y excesos”, señala.
Matías Bucosky Yolde coincide en que “si bien en Latinoamérica tenemos una tendencia más colectivista, nuestra cultura individualista nos lleva a una cuestión de ‘tener que estar mejor yo, sostenerme yo’, y eso tal vez va en contra de tratar de buscar la mejor solución en el caso de tener un conflicto con una amistad”.
Para su tesis doctoral de la UBA, Bucosky Yolde estudia los grupos da amigos durante la adultez temprana (18 a 40 años).
“En la niñez y la adolescencia los amigos juegan un rol muy importante, sobre todo para el alejamiento de los vínculos familiares”, explica el psicólogo y docente.
“Pero en la adultez –agrega- esos vínculos se dejan un poco de lado porque surgen otras cuestiones: la construcción de la propia familia, el trabajo, las obligaciones y eso tal vez empieza a relegar un poco las amistades y las pone en un segundo o tercer plano”.
Sin embargo –concluye- “los amigos nunca dejan de ser importantes porque siempre aportan bienestar emocional y psicológico, soporte social y diálogo”. [El Teclado]