Aunque su llegada fue tardía, desde hace muchas décadas las mujeres son parte importante de la dinámica del turf. Entrenadas en un mundo que las discrimina por una cuestión de género, se hicieron un lugar en la actividad y, con esfuerzo, compromiso y amor por las carrera se animaron a romper preconceptos. Algunas son entrenadoras, otras cuidadoras, hay muchas jinetas y hasta relatoras. La semana pasada, el Hipódromo de Dolores fue sede del Primer Desafío Interprovincial de Jocketas que reunió a diez mujeres que viven de esta pasión. El Teclado dialogó con los organizadores del evento y con María Eugenia Schneider, la primera en cruzar en disco.
Aunque parezca trillada y demodé, la frase “no es sólo cosas de hombres” se ajusta perfecta cuando el turf es parte del debate. Históricamente la actividad hípica ha sido asociada a la valentía, fortaleza y esfuerzo varonil. Sin embargo, la presencia de las mujeres es significativa en las pistas, pese a que sus gestas y competiciones no tienen el mismo impacto social y mediático.
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Publicado por Hipódromo de Dolores - Oficial en Domingo, 3 de abril de 2022
Con este escenario como
telón de fondo, el Hipódromo de Dolores, en acuerdo con la sede de San
Francisco, Córdoba, pusieron a las mujeres como protagonistas al organizar un
torneo sin precedentes: el Primer Desafío Interprovincial de Jocketas.
“Siempre estamos pensando en
innovar, en hacer algo distinto”, señaló a El Teclado Silvio Pivano, uno de los
dueños del Hipódromo de Dolores, que en noviembre reabrió sus puertas tras un
año y medio de cierre pandémico.
La idea del desafío fue de Florencia
Peñalva, una exjocketa que se alejó de las gateras tras un accidente. “Ella es
nuestra comunity manager y nos propuso que se podía organizar ese tipo de
torneo para darle un espacio a la mujer”, indicó Pivano.
No es la primera vez que
este hipódromo periférico abre el juego a las mujeres. Fue esta sede la que le
dio un lugar de protagonismo a Sol Riente,
la primera relatora de turf del país.
El planteo de Peñalva gustó y se trasladó a San Francisco, Córdoba, donde se propuso hacer una competencia interprovincial con tres fechas: comenzó el 3 de abril en Dolores, continuará en suelo serrano el 24 de abril y cerrará el 8 de mayo en territorio bonaerense.
Se trata de una carrera oficial no computable, que permite que chicas de escuelas hípicas o de interior que no tiene permiso de correr en los máximos, puedan correr en estas pistas.
“La
idea picó porque recibimos llamados de muchos Jockey Club del interior que
quieren participar en un próximo torneo para hacerlo con más fechas y darle más
espacio a las jocketas”, agregó Pivano, quien agradeció especialmente el
respaldo del director del Insituto de Lotería y Casinos de la provincia de Buenos Aires, Cristian Segal y a su equipo,
porque “cumplen en tiempo y forma”, compromiso que hace posible pagar los
premios y la alegría de los apostadores.
El domingo pasado la primera en cruzar el disco fue María Eugenia
Schneider, una jocketa santafecina de 22 años que desde
hace algún tiempo vive cerca de uno de los hipódromos más importantes del país,
San Isidro.
La historia de esta joven es similar a la de muchos y
muchas que sueñan con convertirse en jockey profesional. A los 16 años dejó su
casa para formarse y comenzó una carrera de sacrificio, exigencias físicas,
entrenamientos arduos, sin fines de semanas de trasnoche, ni descanso por
feriado.
“Mi familia está ligada al turf. Mi abuelo fue jockey, mi papá es jockey y cuidador, mi hermano más chico también es jockey y mi hermana mayor era cuidadora de caballos hasta que fue mamá”, detalló a este portal la jineta.
En la adolescencia decidió que las carreras serían parte de su
vida y empezó a trabajar para convertirse en jocketa. “Mi viejo siempre me dijo
que esto no era un juego, que hay que hacer mucho sacrificio, que hay olvidarse
de los amigos, de la familia, de las salidas y lo probé, me gustó y acá estoy,
en San Isidro”, contó, teniendo en cuenta que en su Santa Fe natal no había
escuelas de formación y que la oportunidad de crecimiento estaba en Buenos Aires.
“Mi familia es muy humilde, nos criamos en el campo y mi papá
siempre me dio a elegir entre trabajar o estudiar y desde ahí me puse muy
estricta con el trabajo”, agregó.
En 2020 debutó en el Hipódromo Independencia, Rosario, pero la pandemia,
como a todos, la hizo parar. “Cuando habilitaron las carreras, retomé y no paré”,
indicó la joven y añadió: “Salgo a correr adonde me llaman; si puedo ir, ahí voy”.
Schneider no oculta que la suya sea una profesión que requiere disciplina, y por eso destaca que si bien “la mayoría de la gente le presta atención a la altura” en su opinión es “más importante el peso, ser liviano”.
En el repaso de sus días vinculadas a la actividad, tampoco
esconde haber sido víctima de la discriminación varonil por elegir una
actividad asociada al esfuerzo masculino: “No sé cómo será en otras profesiones,
pero en el turf es muy bravo. Muchas veces te critican sin conocerte y por ahí
te bajonea. Hay resistencia a nuestra participación y muchos te mandan a
lavar los platos, pero yo sigo, no les presto atención”, señaló y agregó que en el Hipódromo de Tandil y en el Independencia se dio el
gusto de ganar carreras mixtas.
Con el triunfo del domingo en Dolores se prepara para sumar
puntos en San Francisco. “Estos torneos sirven de incentivos para que algún día
los hipódromos más grandes hagan carreras de mujeres”, dijo.
Del desafío también fueron parte Milagros Giulano, Graciela Calderón, Aylén Spinella, Victoria Florindo, Romina Villegas, Camila Magallanes, María Fleitas, Agustina Valdez y Fabiana Mercau.
En la familia de María Eugenia Schneider ella es la primera
jocketa, pero todo indica que no será la única. Su hermana menor, de 15 años,
ya anunció que quiere seguir sus pasos. [El Teclado]