El informe fue impulsado
por la Coordinación Salud Sexual, VIH e ITS del Ministerio de Salud de la
Ciudad de Buenos Aires en asociación con la Fundación para Estudio e
Investigación de la Mujer (FEIM), la Red Nacional de Jóvenes y Adolescentes
para la Salud Sexual y Reproductiva (RedNac) y otras organizaciones de la
sociedad civil.
La investigación, que
contó con la participación de mujeres de entre 16 y 29 años del Área
Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), reveló que existe una alta aceptabilidad
del preservativo vaginal.
En este sentido, del
informe se desprende que el 80% de las personas que lo probaron lo volvería a
usar y el 97% manifestó que su pareja sexual aceptó su uso.
Además, dio cuenta que el
96% de las mujeres lo recomendaría y el 98% consideró que debe ser incorporado
como política pública.
“El preservativo vaginal
es un método que cubre un antiguo reclamo de mujeres a tener acceso a métodos
que controlamos las propias mujeres. Es muy positivo esta alta aceptabilidad”,
aseguró Mabel Bianco, presidenta de FEIM.
En este marco, las
encuestadas que calificaron la experiencia de uso como “muy buena” consideraron
que su beneficio radica en que puede ser autoadministrado por las personas con
vulva y que el cuidado no dependería de otra persona sino del “ejercicio de la
propia autonomía”.
Si bien el 68% refirió
dificultades la primera vez que intentaron colocarlo, cuando posteriormente lo
usaron en relaciones sexuales, este porcentaje se redujo al 36% y el 35%
consideró que fue muy fácil o fácil su colocación.
Con respecto a los
lugares adecuados para la distribución de los preservativos vaginales, las
encuestadas identificaron a los colegios secundarios, los centros de salud
(CeSAC), hospitales y aunque plantearon la posibilidad de acceder libremente,
como sucede con los preservativos para penes, el 90% de las participantes
esgrimió que es necesario que se los acompañe de un instructivo con información
sobre el uso correcto.
El informe concluyó que
la aceptación de este método está íntimamente relacionada con el ejercicio de
su uso y que los resultados muestran que las dificultades en la colocación
disminuyen a medida que aumenta el tiempo de práctica y la exploración en el
propio cuerpo.
También llamado
preservativo interno o preservativo femenino, es un método anticonceptivo que
protege contra el embarazo no intencional, el VIH y otras ITS. Se trata de una
funda delgada y resistente con dos anillos blandos, uno en cada extremo. Un
anillo se coloca internamente (dentro de la vagina), mientras que el otro, cuyo
extremo es abierto para permitir la penetración, queda afuera y cubre los
genitales externos.
A diferencia del látex,
que se utiliza para fabricar la mayoría de los preservativos masculinos, los
preservativos vaginales están hechos de otros materiales, como el nitrilo o el
poliuretano. Los insumos donados por UNFPA son de nitrilo: se trata del único
condón femenino que está fabricado con ese material.
“En un contexto
atravesado por los cuestionamientos feministas a las políticas de salud, FEIM
entiende que facilitar el acceso a los preservativos (vaginales) es una
estrategia clave debido a que les otorga poder de decisión y una mayor
autonomía en relación con su salud sexual a mujeres y niñas”, indicaron desde
esa Fundación.